No había contornos difusos, solo seguridad, los sueños eran mi camino de baldosas amarillas. Todo estaba claro, "haz esto", "estudia", "ama, besa y vive". Lo cotidiano era vivir, sentir, pasear sin preguntas. Un día tranquilo, y las noches...¡qué noches! Podía escribir los versos más etílicos esas noches. La felicidad es muy básica. Escribir, por ejemplo, "esa mujer hermosa está en mi cama, y brilla, en la oscuridad, el cigarro, en el cenicero."
Tenía amigos, fiesta, familia. Nunca tuve silencio, todo era jolgorio y alegría. Estaba viviendo justo lo que quería. ¿Qué quería? No lo sé, tampoco importa, lo sencillo es vivir, no las respuestas.
Los días pasan, y las noches, que parecían interminables, fueron solo un sueño que rompe violentamente el astro rey con sus rayos. Ella se fue, la cama está vacía, el cigarro: apagado. Las únicas cenizas están en mi corazón, abrasado por las llamas. Dolor, amor, celos, deseo, nostalgia. Cinco puntos cardinales que orientan un alma desgarrada. Un alma que tiene un agujero que no sabe cómo llenar, una ausencia, una nada que devora la alegría.
Cuando se apagaron las luces, cuando cayó el telón, todo se había acabado. Lo cotidiano era una tortura sin sentido. Y al caminar trastabillaba con dudas insalvables, con las piedras del "porqué". Harto de las calles, no de las calles, de esas calles que se habían afeado, que ya no eran las mismas, cuyas esquinas se asomaban como burlándose, no de las calles, ya no eran calles, eran espacios vacíos, recuerdos de su ausencia.
Probé de todo, bebí de todo, tomé de todo, y no sentí nada, seguía muerto.
Volví a casa, para no pensar cogí las antaño inspiradoras botellas, se ahogaron las dudas, la bruma cubrió la tristeza. Pero las preguntas no desaparecían. Mi enemigo era mi propia mente.
Expulsar las preguntas, las dudas, todo. Eso quería, fui al baño a vomitar la existencia, y el cosmos se fue por el retrete, y yo quedé vacío por fin. El vacío es plácido, tranquilo, silencioso...insoportable. Rompí el espejo, mis nudillos se llenaron de sangre, volví a sentir, el dolor te devuelve a la vida. Y miré el trozo del espejo roto, ya no reconocía el rostro que me devolvía, ¿soy yo?. Cuando mueren los sueños, solo queda el vacío, solo queda: la pesadilla.
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