Me tienta la noche
y oigo una voz que me llama.
Es Alejandra diciendo
“Yo el gran salto”.
Salto al vacío poético,
malabarismos ante el abismo,
cabriolas ante el absurdo.
Voy al encuentro
del mar, mientras
la memoria se estrella
contra la laguna Estigia.
Ahogado en la prisión
de deseos inconclusos,
amanece demasiado pronto.
Los cuervos me observan,
me inquietan sus ojos vacíos
que hablan de muerte.
Dejadme, cuervos de mal agüero,
la soledad no se comparte.
Dejadme, espectros de la noche,
la locura se contagia.
La fiebre de la pasión
me consume.
Tan solo necesito bañarme
en la oscuridad de tus ojos,
fundir nuestros cuerpos
cubiertos por el manto de la noche,
y sentir, otra vez, algo que importa.
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