sábado, 19 de marzo de 2011

(41ª Entrada http://blogkaconhielo.blogspot.com/) Camino de Perdición.

Sus bocas se abren, un inmenso coro de ladridos se apodera de la sala. Las palabras sin sentido entonan, con una extraña cadencia, un soberbio himno del aburrimiento. Son políticos.
Te enfadas. No has pagado 30 euros para escuchar gilipolleces. Mejor dicho, has pagado para escuchar gilipolleces de periodistas, no de políticos.
Y decides entrar en acción, atacar, con aquello que tengas más a mano. ¿Le clavo un boli en un ojo? Muy arriesgado, voy a usar Twitter.
Y empieza la guerra. Los primeros son la aviación, sueltan bombas estratégicas tanteando el terreno, correctos pero críticos. Pero eso no hace nada. Llega la infantería y nos metemos hasta el barro.
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Dice la leyenda que si lo repites mil veces ante el espejo una noche de luna llena se te aparecen la cara de un monstruo bicéfalo, Rajoy-Zp.
A lo que iba, se desató la guerrilla, y yo, armado con mi Kalashnikov cibernética disparé una salva de balas toca-cojones. No obstante, los políticos llevaban chaleco antibalas, casco antibalas, cerebro antiinteligencia y corazón antipueblo. Eran inmunes a todas las quejas inventadas por el hombre (que es muy quejica). Pero como todo ser poderoso tenían su criptonita: los votos. Démosles donde más les duele.

Pero no todo fue una mierda. También hubo alguna mierda petrificada de molusco, es decir, algunas perlas.
Estas perlas vinieron de la mano de SamPedro, que fíjate si sabe algo que guarda las puertas del cielo. ¿Espera, o no era ese San Pedro? Bueno, Sampedro estuvo muy lúcido y muy crítico. Y cuando nos vengan a buscar para matarnos pediré que me maten como a él, crucificado boca abajo.
Y pasó el día y llegó la noche. Ese momento de pensamientos solitarios fumando un cigarro, cuando piensas en el sentido de la vida mientras muerdes un bocata de lomo con pimientos.
Pasó la cena y la extrañeza, y nos fuimos a beber, porque somos así de chulos y de listos, es más, bebemos porque tenemos neuronas de sobra.
Ya con cerveza en las venas, vino el repaso de frikismo: Pokemon, El señor de los anillos, Star Wars, Dragon Ball, ... ¡Se nos olvidó Harry Potter!
En cualquier caso, te sientes poderoso cuando chafas a alguien contándole la muerte de Chewaka.

Y nos fuimos de fiesta. Lo que en Huesca es "a esa callejuela de ahí, redios". Las fotos de las paredes auguraban buena música, y la hubo. Pero los puntos culminantes eran cuando una persona a la que no imaginabas borracha te decía "tú y Jesús sois muy buenos en...bksfgasj (ininteligible)". Más tarde resultó ser algo así como "Gestor de contenidos".
Pero la noche tuvo sus sombras, que por algo era de noche. Rayaduras de cabeza, visiones extrañas, y oír voces en el lavabo, que resultan que eran las del lavabo de al lado, que eso de la privacidad no se llevaba en el bar, los baños eran transparentes y se oían perfectamente unos y otros.
Y por último, cuando los más débiles o responsables van cayendo, sientes el peso de la soledad y, por increíble que parezca, de la responsabilidad. El colchón te llama, total, ya no tienes nada que hacer aquí. ¿Qué vas a hacer?
Te sonríe, le sonríes, y sabes perfectamente que no va a pasar nada, tu patente ineptitud lo impedirá. Te resignas a pasar un buen rato, a divertirte como siempre, solo en medio de un montón de gente.
Y claro, la gente se va, y tú te enfadas porque estás cansado. Te jode no apurar hasta el último minuto de una noche que ya dura demasiado. La soledad te pesa en el alma, pero quieres apurar el tiempo, como si fuera un amargo cáliz.
Día nuevo, cara nueva. De sueño, en este caso. Así que desayuno tranquilito mientras venden iPads como si fueran el Santo Grial, Steve Jobs parecía el mesías moderno en boca de aquellos vendedores ambulantes.
Tras rotondas metafóricas, y guisos literarios, quedé grátamente sorprendido por Forges y por David de Jorge, cocinero de letras y de suculentos platos, un gran hombre, y no hay ironía en mis palabras.

Y, finalmente, nos vamos. Surcamos la carretera. Dejo volar mi mente, la situación es extraña. Vamos 4 personas apretujadas en un 600 rojo, a toda pastilla (más cuesta abajo), cuando pasa un coche moderno nos miran raro, cuando pasa un deportivo nos miran raro, cuando pasa un todoterreno nos miran raro. Joder, es que no es solo raro, es absurdamente surrealista. Rasgamos el aire, el ruido del viento no me deja oír lo que están diciendo delante. Casi nos matamos, y casi vamos hacia Sabiñánigo. Al final nos reorientamos, y llegamos a Zaragoza, ¿fin del viaje? Noooo.
Ríome yo del Triángulo de las Bermudas. Estuvimos casi tanto recorriendo Zaragoza como el recorrido Huesca-Zaragoza. Nadie ha podido entender lo que significa curva espacio-tiempo hasta que ha ido en ese coche. Hasta que se ha encontrado, 15 minutos después, en el mismo sitio donde estaba. Esto te hace pensar, igual no se ha movido el espacio, igual se ha movido el tiempo, igual estabas estático en una especie de resaca sideral.
En el futuro, los científicos no meterán ratas en laberintos, meterán estudiantes de Periodismo en las carreteras de Zaragoza.
La visita turística terminó, pero eso no impidió esperar, mientras llovía, al puntualísimo bus zaragozano.

Por estas y tantas otras cosas, un viaje inolvidable.

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