lunes, 2 de febrero de 2015

Religión de mercado


Nunca fui creyente,
hasta que me explicaron los milagros del capitalismo.



Con su mano invisible, hace que las bolsas
no contengan pan sino cifras,
bailando al son caótico de las aves carroñeras.


Con su mano invisible, ahoga
los precarios botes donde naufragan
migrantes esperanzas.


Con su mano invisible, multiplica los palos y las porras.
Con su mano invisible, nos roba la cartera y la mete
en una cuenta Suiza, cuenta cuentos, cuenta "Luis, sé fuerte".


Qué real su mano invisible, cuando nos aprieta el cuello.

Pero, ¿alguien, alguna vez, oyó que esa mano invisible acariciase o salvase a alguien?

No hay comentarios:

Publicar un comentario