lunes, 21 de octubre de 2013

La Herida.


Una bala me atravesó el pecho.
No dolía ni sangraba, pero allí se quedó.
Cuando me sacaron la bala, entendí.

Me dí cuenta de algo que
en mi interior ya sabía.
No es tu recuerdo lo que me duele,
aunque me taladró lo más hondo.
No son tus besos lo que me duele,
encontré sabores nuevos.

Es tu ausencia, lo sé ahora,
un dolor impalpable,
una huella letal.
Bala, revólver, humo, estruendo.
Huelo a pólvora y soledad.

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