martes, 26 de agosto de 2014
Lo que no sale en los anuncios.
Ni el brillante televisor, ni el infinito internet,
ni brillantes sortijas, ni lujosos viajes,
ni espumosa bebida, ni minutos de fama.
Ni, tampoco, el Kinder Sorpresa,
que no me da este cigarrillo en la noche,
mientras la chica más bella del mundo
duerme en el sofá de un salón
que recoge los platos vacíos de una cena
hecha con amor de hermano.
Vasos vacíos, la tele de fondo.
Este murmullo que brota en mi pecho,
me lo dice mi corazón.
Es felicidad.
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