Huele a mar
cuando despierto a tu lado,
porque la realidad aún no ha llamado
entre estas cuatro paredes.
Las olas de caricias
se convierten en espuma
y, entonces ya sí, permitimos
que la gris rutina nos empuje para afuera.
Arrojados al camino,
inexpertos vagabundos,
esperando, deseando,
el marítimo reencuentro,
pero hasta entonces:
tenemos prohibida la niebla.
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