El viejo, decrépito,
Régimen
nos aplasta entre
estruendos.
Día tras días, merman
los derechos,
mientras se desoye al
pueblo que gime.
Algún día, algún
Lenin hoy en paro,
con máster, carrera y
tres idiomas,
decretará el fin del
exilio,
y venido en tren como
antaño
asomará el viejo topo
para recorrer
fantasmalmente Europa,
para recuperar del
olvido lo andado.
Hermanas que sufrís
el expolio
de vuestro cuerpo de
carne y ternura,
hermanos a los que el
hambre ahoga,
vuestra rebeldía está
casi madura,
vuestro grito sordo
no es en vano.
Avanza un puño
invisible,
como el silencioso y
rojo óxido avanza.
Imparables, los de
abajo que sufren.
Llegará el día en que el
miedo cambie de bando.
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