No voy al gimnasio,
pero cada día
levanto
este peso en el pecho.
Como Atlas, se me viene
el peso del mundo
con el mero gesto
de encender la televisión o la radio.
No hay sofá que proteja
del estallido de las bombas
en mi conciencia
como no hay nada
que proteja a los niños
en Gaza
que reciben las bombas
sin que les pese a los asesinos
el pecho
o la conciencia.
La sangre roja
se vuelve transparente
cuando las televisiones pixelan
o los algoritmos silencian.
lo creó un friki sin novia en la uni
al que no le importan
las novias y las niñas que jamás serán novias y que lucen
un sudario por velo.
La muerte que genera Israel
no acaba en Gaza
se propaga por las pantallas
y pudre nuestros corazones
cada vez que
deslizamos
(que es la forma,
más cómoda,
de apartar la mirada).
El Estado ocupante
está levantando
una colonia de indiferencia
en mi pecho
y temo que un día
me levante y no me reconozca
mi pecho no sea mi pecho.
Bendita carga,
levantarme cada día
y que el mundo me pese
en el pecho.
Es otro día más
sin que el sionismo
me haya liberado
del peso
de tener conciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario