Podemos poner mil excusas
para no volver a vernos.
La distancia, la ideología,
la edad, la falta de tiempo.
Sé ese recuerdo borroso
de lo que pudo ser y no fue,
mientras los nombres
se pierden en la memoria.
O acércate, muérdeme,
y tatuaremos en nuestras pieles
una danza de pájaros
que nos acompañe para siempre.
Las palabras «¿qué quieres?»
mueren en la lengua,
cuando el imán de los cuerpos
expresa su mensaje.
Un beso es un abismo.
Pero una vez que gozamos
con alas en la espalda, salta y dime
«¿a dónde quieres volar?».
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