miércoles, 20 de enero de 2016

Podemos e IU, ¿la unidad de los eurocomunistas?


Se va a seguir hablando estos días de las negociaciones de gobierno y de la formación de los grupos parlamentarios, en definitiva, del regate corto en política. Y os voy a confesar una cosa: me encanta seguir estas cosas, mi Yo-periodista se informa, sufre y disfruta con lo que dicen unos y otros, las grandezas y miserias de esa política de despachos, tristemente necesaria, a veces.

Sin embargo, tras desahogarnos porque fíjate tú que mal tal y cuál, y que Fulanito ha roto sus promesas, reaparece mi Yo-comunista. Soy así de bipolar, a mi Yo-comunista esta politiquería le aburre hasta el extremo, le parece inútil. Voy a contaros el porqué.

El 70-80% de las políticas que se aprueban vienen de la Unión Europea, que presenta importantes déficits democráticos, en la cual se imponen los intereses del gran capital alemán y de la Troika.
Además, planea el TTIP como demolición de barreras a la competencia y protección de derechos, para que el depredador empresariado de EEUU pueda asaltar Europa: su sector alimenticio, farmacéutico, servicios públicos...todo lo que les había resultado terreno vedado.

En este escenario, las competencias del Parlamento estatal son mínimas, sin hablar del blindaje de la Constitución del 78. Sin embargo, hinchan el pecho aquellos que se esfuerzan en enfatizar las diferencias entre las distintas fuerzas del cambio. Estas diferencias existen y son muy importantes, son dos (más de dos, o con matices) proyectos ideológicamente y estratégicamente distintos. Pero como explicaba bien Juan Manuel Aragüés, la diferencia sirve para tender puentes y construir lo común, o para diseminarnos en archipiélagos impotentes (pero orgullosos de nuestra individualidad).

Una de las peores herencias del eurocomunismo carrillista es la exhibición de símbolos identitarios cual pavo real, para ocultar un análisis y una praxis reformista. Este vicio se oculta como un virus tanto en IU como en Podemos.
Si alguien, en serio, cree que el espacio Podemos, el espacio Unidad Popular-IU, y lo que queda fuera de ambos o se yuxtapone son capaces de conseguir cosas radicalmente distintas en las instituciones es que fía demasiado a la democracia burguesa, a esas instituciones representativas que miran para otro lado cuando se habla de la esfera productiva y reproductiva, para entretenernos con los detalles.
Las apuestas municipalistas nos están demostrando la cantidad de bloqueos de lo institucional, que solo se solventan con desborde popular y la construcción de otra institucionalidad radicalmente democrática, que empuje desde afuera y permee dentro del Aparato del Estado.

Si ponemos la lupa (y los que militamos la llevamos puesta, porque nos enteramos de los detalles), todos los procesos de confluencia tienen costuras y contradicciones. Pero es que esas costuras a la mayoría social le importan un carajo, tienen preocupaciones más importantes ("paz, pan y tierra", ¿recuerdan?). Aunque sea una obviedad, es necesario recordar que la Historia no ha vivido ningún cambio social como el discurrir tranquilo de un río. Es un torrente: llega de repente, importa el caudal acumulado, arrastra barro, es sucio y ruidoso, pero capaz de abrirse paso.

¿Queremos ser archipiélago o torrente? Es una pregunta retórica, me importa una mierda lo que queráis. No somos los actores en liza y nuestra identidad lo que importa. La pregunta correcta es: ¿qué necesita nuestro pueblo?



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