No estés triste, amor.
Dispararé sobre la almohada,
y con las plumas
rellenaré tus heridas
y aprenderemos a volar
en mitad de las tormentas.
Si sabemos amarnos,
nada podrá con nosotros.
El reloj de arena corre,
pero nuestros suspiros
sobre la hierba mojada
son más rápidos.
El reloj de arena corre,
pero no importa.
Como el Dinamo de Kiev,
aún muertos,
les ganamos el partido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario