Mientras, tiros en el aire, buenas nuevas. No hay fronteras: una orgía ha sustituido a los lados de las camas. El Mesías llega un poco desorientado y por unos cuantos panes y peces, unas Marías Magdalenas se arrodillan, pero no para rezar. El alcohol es bien de interés cultural, y se apedrea a las clínicas de vinoterapia, por mal uso del patrimonio. El llanto ya no es triste, es un exceso de drogas, y la risa es un estado habitual, verde y habitual. La ley de paridad exige un 50% de alcóholicos y drogadictos en las listas electorales (ahora solo llegan al 25%). Por ley, una mujer no puede salir a la calle con velo y sobria, o con boina y sobria, o con...y sobria. A los hombres se les exige un nivel de alcohol en sangre para poder votar.
Hay tiros en el aire, cuerpos en el suelo, las armas son del pueblo, el sexo es del pueblo, y los militares aguardan temerosos en casa, sin saber cómo desabrochar las enaguas de su señora. ¡Escuchad hermanos y hermanas, el mundo del desenfreno, donde el deseo es ley y el orgasmo obligación! Bienvenidos a la tierra de los desterrados por la moral. A la guarida de homosexuales, transexuales, sadomasoquistas, exhibicionistas, voyeurs, alcóholicos y pervertidos en general. El sexo no os hará libres, pero pasaréis un buen rato. Recemos juntos por el colocón de la noche, la erección de madrugada y el polvo del levantarse:
Padre nuestro que estás en los vasos,
santificadas sean tus drogas,
venga a nosotros el sexo,
no nos dejes caer en el aburrimiento,
háganse tus perversiones con hombres y mujeres de distinta orientación sexual.
Danos hoy nuestra fiesta de cada día,
perdona nuestros prejuicios y mojigatería,
así como nosotros perdonamos nuestras resacas.
No nos dejes caer en el heteropatriarcado
y líbranos de la abstinencia (sexual o alcóholica).
Amén.