lunes, 4 de junio de 2012

El agua que desborda...


El corazón es como un pantano.
Es un embalse enorme, fuerte e imponente,
pero la menor grieta lo derrumba
por la fuerza del caudal de las pasiones.

El pantano está calmo y apacible en superficie,
pero en su profundidad esconde
corrientes capaces de engullir a un hombre.

No somos héroes griegos,
ni portentosos titanes.
No somos una mera suma
de materia gris y carne rosada.
No somos prestidigitadores
con un as en la manga.

El "cogito ergo sum" se suicida
y la Razón se tira por la ventana.
Descartes y Pitágoras, como dos catetos,
discuten de fútbol en una cantina.

No somos superhombres,
ni tampoco ratones.
No somos el rocío, ni el torrente,
ni la brisa, ni el tornado.

Somos revolucionarios de banderas rojas,
somos trabajadores de manos vacías,
somos amantes de caricias no calculadas.
Somos muchas cosas,
pero sobre todo somos:
dos pájaros en la tormenta.